La palabra rafalla tiene su origen en el árabe y se refiere a una granja, casa o predio ubicado en el campo.
En la región de Aragón, este término se utiliza para describir espacios rurales donde se desarrollan actividades agrícolas o ganaderas.
La rafalla representa así un vínculo con la vida campestre y la tradición agrícola de la zona, reflejando la importancia de estos lugares en la cultura local.