La expresión sine die proviene del latín y se utiliza para referirse a un aplazamiento que no tiene una fecha específica establecida para su reprogramación.
Esta frase se aplica en diversos contextos, como en reuniones, eventos o decisiones judiciales, donde se decide posponer algo sin un plazo definido.
Su uso implica una incertidumbre sobre cuándo se retomará el asunto, dejando abierta la posibilidad de que no haya un nuevo momento determinado.