El término solver proviene del latín y se relaciona con la acción de resolver problemas o situaciones.
Aunque hoy en día su uso es poco común, en el pasado se empleaba para referirse a la capacidad de encontrar soluciones, especialmente en contextos más formales o literarios.
Esta palabra refleja un proceso de desenlace y claridad, aunque actualmente ha caído en desuso en el lenguaje cotidiano.