Las tierras baldías (o badlands) son un tipo de paisaje de características áridas y de litología rica en arcillas, extensamente erosionado por el viento y el agua.
Usualmente estas tierras presentan peculiares formas y colores que van del negro azulado oscuro, característico del carbón, al rojo brillante, característico de la arcilla, la escoria.
Son comunes en tierras baldías: cañones, cárcavas, barrancos, canales, hoodoos (columnas de roca con formas en sus picos) y otras formas geológicas del estilo. A menudo es difícil caminar por ellas.
Las tierras baldías suelen presentar capas de roca que se han expuesto debido a la erosión. La falta de vegetación y la escasez de agua contribuyen a que este tipo de paisaje sea inhóspito y desolado.
En algunas ocasiones, estas tierras baldías pueden encontrarse en regiones desérticas, donde las condiciones extremas como la falta de lluvia, altas temperaturas y fuertes vientos, han contribuido a la formación de este tipo de paisaje. Sin embargo, también es posible encontrar tierras baldías en zonas que no son desérticas, pero que han experimentado procesos geológicos intensos a lo largo del tiempo.
La formación de las tierras baldías puede ser el resultado de diversos factores, como la erosión causada por el flujo de agua en áreas con pendientes pronunciadas, la acción del viento que desgasta la roca y la extensión de regiones con suelos poco fértiles. Estos procesos pueden tomar miles o incluso millones de años para formar las características únicas que se encuentran en las tierras baldías.
Aunque para algunos estas áreas puedan parecer inhóspitas y estériles, las tierras baldías pueden albergar una sorprendente variedad de flora y fauna adaptadas a las condiciones extremas. Algunas especies de plantas han desarrollado estrategias de supervivencia, como raíces largas capaces de buscar agua en profundidad, y los animales que habitan estas áreas han desarrollado adaptaciones como la capacidad de almacenar agua y soportar altas temperaturas.