El término tormentar tiene dos acepciones que reflejan su evolución en el lenguaje.
En su uso más antiguo, se relaciona con atormentar, es decir, causar un sufrimiento intenso o angustia.
Esta acepción ha caído en desuso.
Por otro lado, en un sentido más contemporáneo, se refiere a padecer tormenta, evocando la idea de experimentar una situación difícil o caótica, similar a las inclemencias del tiempo.