El tratamiento del asma se centra en la identificación y evitación de las substancias causales, como ciertos alimentos, muebles o cosméticos, que pueden desencadenar crisis asmáticas.
En algunos casos, los antihistamínicos pueden ofrecer cierta protección, aunque no detienen un ataque una vez iniciado.
Además, se puede considerar la inmunoterapia, que busca aumentar la resistencia del paciente a los alérgenos mediante inyecciones específicas.
tratamiento del asma
Una vez han sido descubiertas las substancias causales del asma, lo mejor es evitarlas. No rara vez se trata de determinadas comidas o grupos completos de alimentos, el pescado o el marisco, coles u otros vegetales de la misma familia; o de muebles; a veces de cosméticos, tabacos, licores u otros hábitos; y, en consecuencia, todo ello tendría que suprimirse. Si el alérgeno es el polen de una planta del país, el asma puede agravarse estacionalmente y el médico aconsejar los cambios de clima durante la estación correspondiente o el traslado definitivo de residencia.
Los antihisíamínicos pueden tener algún valor profiláctico, pero no afectan el curso del ataque cuando la histamina ya se ha segregado en los tejidos. Véase Histamina y antihistamínigos.
Sólo en contados casos puede fomentarse la resistencia del paciente frente a los alérgenos mediante la inyección de extractos de los mismos, por ejemplo, proteína de trigo o de huevo, polen, proteína de lana, fármacos y colorantes, o bien mediante la ingesta de cápsulas con concentrados de alérgenos. En ocasiones no puede hallarse ningún método eficaz de desensibilización. La supresión de los alimentos responsables es el único procedimiento de garantía.
Además de por inyección la epinefrina es eficaz por inhalación. Últimamente se ha observado la gran eficacia de las hormonas ACTH y cortisona, especialmente en las formas crónicas y severas del asma; no obstante, estas hormonas no pueden emplearse de una forma continuada y sus efectos no son ni permanentes ni curativos. El asma puede aparecer a cualquier edad y lo mismo algunas de sus más desastrosas consecuencias (como por ejemplo el aumento de tamaño y pérdida de la elasticidad de los pulmones), pero estas últimas son más frecuentes en la madurez y senectud.
La enfermedad se reparte por igual entre los dos sexos. Como en todas las alergias, existe un factor hereditario, pero ello no quiere decir que los hijos de los asmáticos deban tener asma. En unos pocos casos el asma mejora o incluso desaparece sin causa que lo justifique y por el contrario,, en otras ocasiones, personas que no han tenido jamás antecedentes alérgicos comienzan a sufrir de repente crisis de asma sin motivo.