El travertino se caracteriza por su texturaporosa, que se forma por la precipitación de carbonato de calcio, a menudo en la boca de un manantial caliente o en un río de aguas calcáreas.
Esta textura no solo le confiere una apariencia única, sino que también permite que el material sea especialmente manejable para diversas aplicaciones en construcción y decoración.
El travertino puede presentar una gama de colores que varían desde tonos blanquecinos hasta matices grises, dependiendo de los minerales disueltos en las aguas de donde se origina.
Esta variabilidad cromática le otorga una versatilidad estética muy apreciada para revestimientos exteriores e interiores, suelos, paredes y otros elementos arquitectónicos.
Históricamente, el travertino ha sido utilizado en numerosas y destacadas construcciones a lo largo de los tiempos, siendo el Coliseo Romano uno de los ejemplos más emblemáticos. Su durabilidad y resistencia al paso del tiempo lo convierten en un material preferido para la construcción desde la antigüedad hasta nuestros días.
En términos geológicos, el travertino se forma a través de un proceso rápido en comparación con otras rocas sedimentarias, lo que permite que se renueve constantemente en sus lugares de origen. Esto hace que sea un recurso relativamente sostenible, siempre y cuando su extracción se realice de manera controlada y consciente del medio ambiente.