El uso de la cocaína como anestésico local ha sido una práctica controvertida en la medicina.
Aunque se utilizó por sus propiedades anestésicas, su aplicación no ha estado exenta de riesgos.
Los pacientes pueden experimentar efectos adversos como vértigos, alucinaciones y un colapso respiratorio o cardíaco.
Estos peligros llevaron a los cirujanos a cuestionar su seguridad, lo que resultó en su eventual abandono en procedimientos médicos.
uso de la cocaína como anestésico
Actividad.
La cocaína, como anestésico local, no ha sido nunca del todo inofensiva. Algunos pacientes sufren vértigos, palidecen e incluso se desvanecen; otros padecen alucinaciones y delirios. El pulso se vuelve irregular y con alguna frecuencia el paciente adquiere un tinte azulado o cianótico. A veces nota sequedad en las mucosas y la piel y deriva en un estado febril. Estos síntomas desembocan en convulsiones que, haciendo presa en el paciente, provocan un fallo o colapso final respiratorio y cardiaco. Por todo ello, los cirujanos empezaron a desconfiar pronto de la cocaína y terminaron por dejar de emplearla totalmente tanto en inyección como en anestesia raquídea.
Actividad local.
En diluciones de 1:5000, la cocaína paraliza las terminaciones de los nervios sensitivos sin estimularlos ni lastimar los tejidos circundantes. Aunque no penetra a través de la piel intacta, anestesia las mucosas. Se empleaba a mediados del siglo XX sobre todo para anestesiar las membranas mucosas en intervenciones de ojos, nariz, faringe, laringe, esófago, estómago, uretra, vejiga, vagina y recto. La cocaína empalidece el punto
de aplicación y provoca una sensación de tirantez a causa de la contracción de los vasos sanguíneos, por lo que tiende a evitar su propia absorción en el torrente circulatorio.
Actividad general.
Si la cocaína ingresa en la sangre circulante y se distribuye por todo el organismo, se hacen patentes sus efectos generales. En pequeñas dosis, lo mismo que la cafeína, estimula las altas funciones del cerebro y aumenta la capacidad para ciertas formas de actividad física y probablemente también mental. Estimula asimismo la actividad de los músculos voluntarios, exagera las respuestas reflejas y aumenta la excitación y locuacidad. Las dosis tóxicas pueden provocar delirio y convulsiones.
La cocaína produce un estímulo casi general de todos los órganos inervados por el grupo simpático del sistema nervioso autónomo (v. Sistema nervioso autónomo), acelera los latidos del corazón, contrae los vasos sanguíneos, eleva la tensión arterial y dilata la pupila ocular.