• « El tipo gritó órdenes a diestra y siniestra sin que nadie chistara, hasta que llegó al escritorio de una mujer menuda y apacible que mecanografió el nombre del individuo en un papel engomado, pegó el papel en un brazalete de plástico y le colocó el brazalete alrededor de la muñeca, sin darle tiempo a darse cuenta de lo que sucedía. »