• « No te dice nada. Puedes verle cada minuto del día; puedes espiarle -sé que lo haces, pobre criatura, y él también lo sabe- para ver si inclina la cabeza sobre la mesa en un acto de cansancio excesivo, si le sale un gemido involuntario del pecho o si me envía alguna palabra delirante: no te revela nada, no se traiciona en nada y se muestra cambiado. »