• « A partir de ese día, la vida de los dos hermanos fue muy diferente. El nuevo joven, al que se le dio el nombre de Turco, fue admitido inmediatamente en la cocina, donde no tardó en ganarse la simpatía de los criados, que se divertían viéndole corretear, y le recompensaban con una profusión de golosinas y manjares; y él, a fuerza de comer aquellas sustanciosas cosas desde la mañana hasta la noche, se había vuelto tan redondo y gordo como un globo: y se había vuelto tan perezoso y temeroso, que la sola visión de una araña bastaba para hacerle desfallecer. »