• « A medida que fermenta, el zumo de la vid cambia de sabor y calidad. Era dulce: el fermento transformó su dulzura en fuerza, su azúcar en alcohol. Aquí se ha convertido en vino, ese vino que, bebido con moderación, es el vigor de la juventud, el bálsamo de la vejez, la salud de todos; pero que, tomado más allá de lo necesario, embriaga y hace perder la razón. »