• « Pero en el verano de 1987 Carlos Martín regresó al refugio Doñana y descubrió con horror que 4500 hectáreas de lagunas poco profundas y ciénagas situadas a orillas del parque, donde los flamencos, las grullas y las garzas se alimentaban, habían sido desecadas ilegalmente para destinarse a la agricultura. »