• « En esta nueva situación, algunas células grandes, lentas y obsoletas encontraron ventajas en dejarse parasitar por otras menores pero aeróbicas, y por eso mismo hiperactivas. Las invasoras se aseguraban la cena, pero las invadidas gozaban, en contrapartida, de un superávit tan bestial de energía que terminaron adoptando a las enanas maniáticas, como parte integral de sus propios organismos: habían nacido las mitocondrias. »