• « Cuando estaban secos, los recogía, los devolvía a la casa y elegía entre los paños que debían plancharse simplemente, como las camisas, los pantalones, las enaguas, los pañuelos y los delantales; los que debían plancharse con almidón, como las fajas, los maniquíes, los vendajes y los encajes; los que debían doblarse, como las mantas, las sábanas, los paños de cocina, etc., y los que debían plancharse con almidón. »