• « En la cárcel hacíamos cuentas, a las que les pintábamos rayitas con masilla oscurecida a base de ceniza de cigarrillo, y formábamos sartales (rosarios) para rezar. Uníamos las cuentas con hebras extraídas de nuestra ropa de cama, y las cocíamos al calor de la bombilla eléctrica de la celda. »