• « Con una acusada tendencia al individualismo, que en numerosos casos se traduce en una notable capacidad creativa, los aragoneses hemos aprendido a cohabitar con un extenso territorio que, desde los Pirineos hasta la Sierra de Albarracín o de Gúdar, alterna la vega (terreno fértil) y el desarrollo del Corredor del Ebro con la dureza de sasos (terrenos pedregosos y secos) casi desérticos. »